Callar sobre Dios siempre ha sido posible. Pedro el amigo de Dios nunca calla. Habla con firmeza y crea confianza. En aquellos momentos primeros de mi existencia sacerdotal era necesario que alguien me hablase claro. Y lo hizo Pedro Poveda. Él percibía mis necesidades en aquellos primeros momentos (…) Me impresionó su fe, su claridad, su serenidad y su capacidad de ayuda. Hoy tengo que agradecerle aquellas primeras palabras:
“No tienes otro camino. No pierdas tiempo en tonterías y lo son todas las cosas que no parten de Dios y van a Dios y se hacen por Dios” (Pedro Poveda, 1925)