Homilía del Santo Padre Juan Pablo II
“Sed testigos de mi resurrección” (cf. Lc 24, 46-48), Jesús dice a sus Apóstoles en el relato del Evangelio apenas proclamado. Misión difícil y exigente, confiada a hombres que aún no se atreven a mostrarse en público por miedo de ser reconocidos como discípulos del Nazareno.