La Institución Teresiana celebra sus primeros 100 años de historia, buen momento, sobre todo, para pensar en el futuro. El futuro es el lugar donde los humanos albergamos nuestros sueños, el futuro es lo único que podemos cambiar y el presente es una parte del complejo cordón umbilical que nos une a ese futuro que esperamos.
Dicen los neurólogos que utilizamos la misma parte del cerebro para percibir que para imaginar. Cuando percibimos generamos memoria (del pasado); en cambio, al imaginar generamos memoria (del futuro), cuestión fundamental para innovar y acometer el futuro no ya desde lo que somos sino desde lo que podríamos llegar a ser.
Hacer memoria del futuro es preguntarnos ¿Y si…? Y si cambio esto o lo otro o estudio esto o lo otro o hago este voluntariado o aquél…
Qué decisiones tomar hoy que generen el futuro deseado…
Esta es la pregunta: Qué cambiar del presente para llegar a vivir lo que soñamos. Sólo necesitamos inteligencia para crear y coraje para encarar los retos de la sociedad del presente en un mundo cada vez más complejo, lo cual equivale a decir que cualquiera de los asuntos que nos preocupan puede ser analizado desde múltiples y distintas perspectivas, a sabiendas de que ninguna de ellas, agotará su complejidad.
Este pequeño espacio recién creado en esta página web, quiere ser un instrumento de análisis, de relación y de propuestas. En definitiva, un hueco de reflexión que pretende establecer debates abiertos sobre la realidad de las personas que constituyen nuestro patrimonio histórico, pero también sobre los retos de futuro de la sociedad en la que actuamos desde el Carisma de la Institución Teresiana.
Pretendemos fortalecer la relación entre las y los que desde hace 100 años lucharon por la construcción de un mundo mejor preñado de evangelio y las ciudadanas y ciudadanos de hoy y del mañana. Un Mundo donde esté garantizada la justicia la igualdad, la solidaridad, la hermandad y la libertad de todos los seres humanos; la plena y efectiva consecución de sus derechos, y su acceso a la felicidad.
El futuro ya llegó… y tiene memoria.
Por Manuela Aguilera